viernes, 20 de marzo de 2009

Piera Aulagnier - René Spitz

Hola! cómo están tanto tiempo?
Elegí para esta edición a una autora muy poco conocida, llamada Piera Aulagnier, quien fuera alumna de jaques Lacan, esposa de Cornelius Castoriadis y una de las más grandes psicoanalistas de su época; llegó a fundar la Organización Psicoanalítica de la lengua francesa y a dirigir una revista de nombre Topique.
Sus más conocidos desarrollos explican la importancia de la madre en los primeros años de vida del niño. En estos primeros encuentros del bebé con la madre, hay un predominio de los contactos cuerpo a cuerpo que pasan a ocupar el primer plano de la relación, por medio de la alimentación, de los cuidados corporales y caricias que ella implementa. Los contactos corporales en una primera instancia, conforman el centro de la escena destacándose entre ellos la función alimentaria que es acompañada de palabras, susurros y cantos, que aunque no cobran aún para el bebe valor de significados, si conforman primeros significantes. Un poco más preciso sería decir que los primeros contactos que se dan con la Madre, con el Cuerpo Materno, en verdad lo son con los procesos psicosomáticos despertados en ella a partir de la presencia (o ausencia) en su psiquismo de la representación “hijo” (lo cual puede comenzar mucho antes del nacimiento del mismo y puede terminar (o no) de producirse con la alimentación. Lo que con otra terminología se diría: encuentro con el Deseo de la Madre, la utilización de esta otra denominación permite destacar procesos de manera localizada, no recurriendo a formulaciones totalizadoras, algo abstractas, a-tópicas. El encuentro del aparato psíquico naciente, es con los procesos psicosomáticos que se han despertado en la madre a partir del estado de afecto ( presencia o ausencia) en su psiquismo de la representación hijo. Es que para la madre, para el aparato psíquico materno, para el Deseo materno, si se quiere, el naciente es un elemento heterogéneo a sí, que tendrá que metabolizar.
Para el psiquismo naciente se torna vital el contacto (sensorial) con la madre, el Otro (por humanizante) Primordial porque los distintos sentidos que intervienen en esos primeros contactos corporales de alimentación y cuidados en general, con los procesos psicosomáticos maternos, van a informar sobre el estado afectivo del encuentro[1].

Lo importante aquí son las condiciones en las que los encuentros se dan: la tonalidad, el entonamiento afectivo en que se realiza este encuentro?. Piera nos cuenta: Es un tipo de información que no podemos menos que denominar libidinal. Esta información libidinal es la que muestra la presencia o ausencia del Principio del Placer en el encuentro: aparato psíquico materno-aparato psíquico naciente”. La presencia o ausencia en principio del Principio de placer es fundamento de la puesta en marcha del proceso de representación. Esto quiere decir que el Principio de placer es una condición de inicio de la puesta en marcha de la actividad de representación para del proceso originario[2].

La explicación continúa un poco más: La representación correspondiente al trabajo de representación de lo originario cuando está regulada por el Principio de Placer es el pictograma de fusión[3]. Éste es quien une soma y psiquis, quien permite esta amalgama. Si no fuera posible tan unión, estaríamos en presencia de los efectos somáticos tanto en niño y adolescentes, cuando existen fracasos en la constitución del pictograma de fusión, son producto de que no se dieran las condiciones relativas a la participación del Principio de Placer en el proceso del encuentro. Sólo mencionaremos que se produce un tipo efecto que llamaremos pictograma de rechazo cuya incidencia se hace notoria en procesos de patologías graves[4].

En relación a estas líneas, también otras teorizaciones nos ponen en preaviso sobre la importancia no sólo del contacto físico, si no de la necesidad de un espacio, un lugar en el que el niño pueda encontrarse, formarse, identificarse y formar su identidad.
el concepto del que hablo es el de Hospitalismo, que fuera fundado por René Spitz, en 1946, al observar lo que les ocurría a aquellos niños pequeños que, viviendo en orfanatos, no tenían acceso más que a comida e higiene, faltándoles el afecto que la función materna se encarga de proveer. El trastorno se explica de la siguiente manera: La carencia de relaciones objetables imposibilitan la descarga de los impulsos agresivos, y el niño la resuelve haciendo que estas reinviertan sobre si mismo. Esta autoagresión se traduce en fuertes cabezazos contra los barrotes de la cuna, en darse dificultades para asimilar los alimentos que les son ofrecidos.
La carencia afectiva se prolonga la indiferencia se acentúa llegando a un estado de atontamiento y estupor que Spitz denomino depresión anaclítica. Hay una regresión del desarrollo motor y estado somático resulta severamente afectado: decaimiento del estado general, perdida progresiva de peso, debilitamiento de las defensas del organismo frente a las infecciones que se repiten, llegando a un estado de miseria física próximo a la caquexia que facilita la mortalidad
El único tratamiento curativo del síndrome de frustración precoz es el maternaje: vuelta de la madre o cambio de su actitud o sustitución eficaz por otra persona[5].




[5] http://www.educacioninicial.com/ei/contenidos/00/0500/508.ASP

 
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